abril 25, 2010

ESTANISLAO DEL CAMPO(arg) 3 PRIMEROS VERSOS DEL FAUSTO


En un overo rosao,
flete nuevo y parejito,
caía al bajo, al trotecito
y lindamente sentao,
un paisano del Bragao,
de apelativo Laguna:
mozo jinetazo ¡ahijuna!
como creo que no hay otro,
capaz de llevar un potro
a sofrenarlo en la luna.

¡Ah criollo! si parecía
pegao en el animal,
que aunque era medio bagual,
a la rienda obedecía,
de suerte que se creería
ser no sólo arrocinao,
sino también del recao
de alguna moza pueblera:
¡Ah Cristo! ¡quién lo tuviera!...
¡Lindo el overo rosao!

Como que era escardador,
vivaracho y coscojero,
le iba sonando al overo
la plata que era un primor:
pues eran plata el fiador,
pretal, espuelas, virolas,
y en las cabezadas solas
traia el hombre un Potosí:
¡Qué...! ¡Si traia, para mí,
hasta de plata las bolas!

CIELITO DE LA INDEPENDENCIA- BARTOLOME HIDALGO

Si todo lo criado
es el cielo lo mejor,
el cielo ha de ser el baile
de los Pueblos de la Unión.

Cielo, cielito y más cielo,
cielito siempre cantad
que la alegría es del cielo,
del cielo es la libertad.

Hoy una nueva Nación
en el mundo se presenta,
pues las Provincias Unidas
proclaman su Independencia.

Cielito, cielo festivo,
cielo de la libertad,
jurando la Independencia
no somos esclavos ya.

Los del Río de la Plata
cantan con aclamación,
su libertad recobrada
a esfuerzos de su valor.

Cielo, cielito cantemos,
cielo de la amada Patria,
que con sus hijos celebra
su libertad suspirada.

Los constantes argentinos
juran hoy con heroísmo
eterna guerra al tirano,
guerra eterna al despotismo.

Cielo, cielito cantemos,
se acabarán nuestras penas,
porque ya hemos arrojado
los grillos y las cadenas.

Jurando la Independencia
tenemos obligación
de ser buenos ciudadanos
y consolidar la Unión.

Cielito, cielo cantemos,
cielito de la unidad,
unidos seremos libres,
sin unión no hay libertad.

Todo fiel Americano,
hace a la Patria traición
si fomenta la discordia
y no propende a la Unión.

Cielito, cielo cantemos,
que en el cielo está la paz
y el que la busque en discordia
jamás la podrá encontrar.

Oprobio eterno al que tenga
la depravada intención
de que la Patria se vea
esclava de otra Nación.

Cielito, cielo festivo,
queremos antes morir
cielito del entusiasmo,
que volver a ser esclavos.

¡Viva la Patria, patriotas!
¡Viva la Patria y la Unión,
viva nuestra Independencia,
viva la nueva Nación!

Cielito, cielo dichoso,
cielo del Americano,
que el cielo hermoso del Sud
es cielo más estrellado.

El cielito de la Patria
hemos de cantar, paisanos,
porque cantando el cielito
se inflama nuestro entusiasmo.

Cielito, cielo y más cielo,
cielo del corazón,
que el cielo nos da la paz
y el cielo nos da la Unión

EL ENTENAO- ELIAS REGULES


Soy el criollo americano
de este pedazo de cielo,
soy el hijo de este suelo,
soy el alegre paisano.
Soy el gaucho campechano
de alma noble y corazón,
que pasiando en redomón
echao pa atrás y muy ancho,
vivo feliz en mi rancho
hecho de paja y terrón
Soy el de cara tostada
que haciendo sonar el basto,
voy acariciando el pasto
y pasando la cañada.
Soy el de juerte mirada,
soy el duro pa morir,
el condenao a vivir
entre sauces y totora,
soy el gaucho que no llora
pero que sabe sentir.

Soy el risueño cantor
que a la música escuchando,
voy con sonrisas cantando
lo más lindo y lo mejor.
Soy también el payador
del lastimero cielito,
que al compás de un estilito,
en horas negras, sin calma,
saca una pena del alma
y la tira al infinito.

Soy el taita que retruca
generoso y altanero,
el que saluda al pampero
con el sombrero en la nuca
el que peliando se educa,
y apriende a golpe y revés,
el perseguido del Juez,
el entenao de esta tierra,
que es el primero en la guerra
pa ser último después.

FLOR DE CAMPO- ELIAS REGULES


Meció su cuna el pampero
sobre silenciosa loma
zahumada por el aroma
del torongil y el romero.
Brotó robando al lucero
sus más relucientes rayos,
tejió la flora los sayos
que orlaron su galanura
y creció con la frescura
de los campos uruguayos.

Allí, en el pobre desierto
corrió su vida sencilla
enredada en la gramilla
del terreno descubierto.
Rozó su pecho inexperto
la sombra de un rumor vago
y contestando a su halago
viose pronto convertida
en violeta preferida
por los donceles del pago.

No se bosqueja en su frente
la causa de su martirio,
no comprende aquel delirio
engendrado de repente.
Pero poderosa siente
una lozana impresión,
la guarda envuelta en pasión
y con acento que quema
se la cuenta a la alhucema
a la salvia y al cedrón.

En el silvestre pensil
la flor luce su hermosura
y es reina de la llanura
por fragante y por gentil.
Su perfume juvenil
con deleite se respira
porque con alma suspira
porque con fe siente pena,
porque quiere como buena
porque no tiene mentira.

SOLOS DEL CAMPO-ELIAS REGULES


Yo soy la silvestre bruma
extendida en la colina,
como faja cristalina
que va derramando espuma,
yo soy la arrogante suma
de soñadas impresiones,
soy la lira de fogones
con cuerdas de agrestes hilos,
soy la que llora en estilos
y canta en los pericones.

Yo soy la ruda poetisa
de la tranquila espesura,
soy la que cantar procura
bajo luz de una sonrisa,
soy la musa que improvisa
con nutridos arsenales,
soy la que en medios rurales
halla el afán que le brota,
yo soy la bruñida nota
que arrojan los pajonales.

Yo soy la flor que se pierde
y que sola se deshoja,
soy la margarita roja
que salpica el campo verde;
yo soy la pena que muerde
sobre un recuerdo esculpido,
soy un arroyo crecido
por la pasión desbordada,
yo soy la sangre tirada
que viene a pedir olvido.

Yo soy la pureza franca
que se ostenta de relieve,
yo soy la gota de nieve
suspendida en la barranca,
soy la margarita blanca
que perfuma el arroyuelo,
soy el impulsivo anhelo
coronado en la victoria,
yo soy la nube de gloria
que Artigas puso en mi suelo.

Yo soy el glauco castillo
que en el monte se guarece,
soy la savia que florece
dentro de un manto amarillo,
soy la flor del espinillo
que prodiga su agasajo,
soy la que tiembla en el gajo
para exhalar un tesoro,
yo soy la cachimba de oro
que brota con el trabajo.

Yo soy la tela de grana
que teje el agua a su lado,
yo soy el raso encarnado
con que el ceibo se engalana,
yo soy la corona sultana
que sus dominios explaya
yo soy la vida que ensaya
su vigor contra reveses,
soy la lluvia de altiveces
que mojó el alma uruguaya.

Yo soy la flor que se pierde,
viento movido y galano,
yo soy el clavel serrano
que en la cumbre balancea,
yo soy el sol que pestañea
sobre la entibiada loma,
soy alambique que toma
fragancias para lucirce,
yo soy la flor que al abrirse
llena los valles de aroma.

Yo soy la flor sin esencia
que saca su azul a flote,
soy la flor del camalote
que vive con indolencia,
soy la de pobre apariencia
que se hamaca en el abismo,
soy el celeste aforismo
que el ansia libre prefiere,
cuando corre el patriotismo.

Yo soy el aire que encierra
todo el vapor desprendido,
yo soy el pasto crecido
con el sudor de la tierra,
yo soy la espina de sierra
que su rastro colorea,
yo soy la inflamada tea
que sobre el campo palpita,
yo soy el pueblo que grita,
cuando su bandera ondea.

PROLOGO DE ELIAS REGULES A "VERSOS CRIOLLOS"

“En las proximidades de aquel arroyo corrieron mis primeras impresiones. Naturaleza con vigores primitivos, marco agreste, verdad de la vida palpitando en la sensación y horizonte de rosa con aleteos de ventura dominaron el cerebro virgen, para consolidar un trono inconmovible, donde reina una huella indeleble y descollante.
Siguió su viaje el tiempo. Trasladado a la capital de la República, regresaba en las vacaciones al paraje de cuna, siempre invariable, siempre galano, siempre atrayente, hasta un especial día que resolvió mi permanencia en sitio lejano y ambiente distinto.
Pasaron diez años. Médico y cabeza de casa, vuelvo a la localidad por pocos días. Anhelo visitar el sitio donde estuvo mi rancho y un paisano amigo me hace saber que nada ha quedado, que sólo hay cardos.
No importa, le contesto. Deseo ir, quiero ver la tierra y el pasto. Me acompaña y cruzando el Paso de la Yeguada pisamos el terreno solitario, que en otras horas tuvo población y movimiento.
Bajé del caballo. Recorrí varias veces lo que había sido escenario de mis días infantiles; y no obstante la mudez del momento, se atropellaron en mi fuero íntimo las fosforescencias de un pasado plácido, que tomó color y aumentó en fragancia con las evocaciones del instante.
La estancia, la población, sus contornos, el campo, los hombres varoniles, las haciendas, las marcas, las señales, la doma, la hierra, la esquila, la madrugada con toque de trabajo y de alegría, la marcha del sol apuntando faenas, la tarde, perdedora de luces, con el recogimiento, acomodo, fogón y referencias que quedan clausuradas, por orden del descanso hasta un nuevo concierto con cantos de gallo.
La pulpería, la reja, la ramada, la concurrencia, las carreras, las riñas, los naipes, la policía, los incidentes, los casamientos, los bautismos, las prendas de lujo y el chisporroteo de una mentalidad, sin cultivo pero grande, evidenciando la alta potencia de la sangre que dejaron los castellanos sobre el suelo de América.
Mis padres, sus caricias, sus cuidados, mis amigos niños, mi nodriza, mis juegos, mis travesuras y mis amigos hombres que se recreaban en enseñarme y en pedirme versos regionales, bajando de su edad para entretenerse unos minutos con las relaciones del Regulito.
El aroma del recuerdo iba adquiriendo tonalidad triste. No lo quería amargo y resolví marcharme. Invité al compañero y salimos.
Silenciosos, descendimos por una ladera, cuando el paisano rompió el mutismo con esta manifestación:
“La verdá, dotor, es que cuando uno ha vivido algunos años en una parte, y se va, y dispués de mucho tiempo pega la güelta, y no hay nada, y se pone a pensar en lo que allí vido y le agradó, a uno se le hace como un ñudo en la garganta”.

Volví a Montevideo y volqué toda el alma en los renglones de ‘Mi tapera’”.

MI TAPERA- ELIAS REGULES


Entre los pastos tirada
como una prenda perdida,
en el silencio escondida
como caricia robada,
completamente rodeada
por el cardo y la flechilla
que como larga golilla
van bajando a la ladera,
está una triste tapera
descansando en la cuchilla.

Allí, en ese suelo fue,
donde mi rancho se alzaba,
donde contento jugaba,
donde a vivir empecé,
donde cantando ensillé
mil veces el pingo mío,
en esas horas de frío
en que la mañana llora
cuando se moja la aurora
con el vapor del rocío.

Donde mi vida pasaba
entre goces verdaderos,
donde en los años primeros
satisfecho retozaba,
donde el ombú conversaba
con la calandria cantora,
donde noche seductora
cuidó el sueño de mi cuna
con un beso de la luna
sobre el techo de totora.

Donde resurgen valientes,
mezcladas con los terrones
las rosadas ilusiones
de mis horas inocentes;
donde delirios sonrientes
brotar a millares vi,
donde palpitar sentí,
llenas de afecto profundo,
cosas chicas para el mundo
pero grandes para mí.

Donde el aire perfumado
está de risas escrito
y donde en cada pastito
hay un recuerdo clavado;
tapera que mi pasado,
con colores de amapola
entusiasmada enarbola
y que siempre que la miro
dejo sobre ella un suspiro
para que no esté tan sola.

EL MATE-VICENTE EDUARDO TORRES (ARG.)


Lo que le voy a contar
no crea que es disparate.
Yo me siento a tomar mate,
no importa el tiempo que pierda.
Teniendo azúcar y yerba
y agua hervida en la pavita,
en el suelo unas bracitas
pa’ que no se vaya a enfriar.
Así lo suelo pasar,
mateando todito el día
sentao a la sombra del rancho,
junto a mi prenda querida.
Es una costumbre gaucha
el tomar mate, aparcero.
Toma el criollo, el extranjero,
del día que lo inventaron
hasta los indios tomaron
a pesar de su ignorancia.
En la ciudad, en la estancia.
es costumbre muy sencilla
el mate con sopaipilla
a todo gaucho lo alegra.
Así decían tres criollos
Santos Vega, Martín Fierro
y también don Juan Moreira.
Por eso, amigo, lo que le digo
que pa’ matear soy “güenón”.
Me tomo cien de un tirón
y sin cambiarle la yerba.
Y pa’ que el sabor no pierda
un yuyito le pongo.
Y a una pava que tengo
tres litros de agua le echo.
Y así, mi amigo, me tomo
quinientos mates al día.
Esto que le voy a decir,
ya que entre criollos estamos,
Eduardo Torres me llamo
y no ando con disparates.
Lo poco que sé del mate,
amigo se lo conté,
si gusta visitarme
juntos vamos a matear
el día entero los dos.
Y sepa que a este “Negro”
a tomar mate, mi amigo,
ningún criollo lo venció.

abril 17, 2010

Conté Mis Años

"..Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí
en adelante que el que viví hasta ahora.

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las
primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban
pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades. No quiero estar en
reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros. Me molestan los envidiosos que
tratan de desacreditar a los más capaces para apropiarse de sus
lugares, talentos y logros.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten
estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que
no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su
edad cronológica, no han crecido.

Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un
majestuoso cargo. Las personas no discuten contenidos, no, apenas los
títulos. Y mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...

Sin muchas golosinas en el paquete,
Quiero vivir al lado de gente humana fuerte.

Que sepa reír de sus errores.

Que no se envanezca con sus triunfos.

Que no se considere electa antes de hora.

Que no huya de sus responsabilidades.

Que defienda la dignidad del hombre.

Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Caminar junto a cosas y personas de verdad, disfrutando de un afecto
absoluto y sin fraudes, nunca será pérdida de tiempo.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas.

Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con
toques suaves en el alma

Sí… ¡tengo prisa! por vivir con la intensidad que solo la madurez puede dar

Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan.

Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos
y con mi conciencia.

Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás..... "
MARIO DE ANDRADE 1893-1945
Poeta novelista ensayista y musicólogo brasileño