julio 29, 2010

DOS POEMAS DE ROMILDO RISSO

LOS EJES DE MI CARRETA.

Porque no engraso los ejes
Me llaman abandonado
Si a mi me gusta que suenen
Pa qué los quiero engrasados

Es demasiado aburrido
Seguir y seguir la huella
Demasiado largo el camino
Sin nada que me entretenga

No necesito silencio
Yo no tengo en que pensar
Tenia, pero hace tiempo
Ahura ya no pienso más

Los ejes de mi carreta
Nunca los voy a engrasar...




LO MIRO AL VIENTO Y ME RÍO.

Que son muy negras las penas,
Dicen y dicen cantando.
Pa mi que no ha de ser cierto,
Si juera , mejor negarlo.

Yo también sé de pesares,
Yo también sé de quebrantos,
Sé de las penas más negras
Pero de penas no canto.

También es negra la tierra
Y verdes salen los pastos
Mientras la raíz padece
Canta en sus flores el árbol.

Ocaciones me figuro
Que soy de veras un árbol,
Lo miro al viento y me río,
La raíz crujiendo abajo.

Si me desmiento en la vida,
¡Acuéstenme de un hachazo

Romildo Risso Reseña autobiografica

El 15 de abril de 1897, le dijeron a mi madre:
-“Han tomado la Cañonera, pero don Luis se salvó en un bote”…
-Mentira ! ( respondió mi madre) Luis está muerto…
Mi madre no se había equivocado: el comandante Risso, con 5 hachazos, 2 balazos y muchas heridas menores, quedó “por muerto” y fue bajado a tierra, para “enterrarlo”…
Vivió, por milagro.
Lo que pensó mi madre, fue cierto para quienes actuaron en la lucha.
Yo tenía 14 años y jamás olvide esas palabras. Después comprendí exactamente lo que significaban: mi madre había pintado al hombre que conocía!
Los 15 de abril, él festejaba su 2º nacimiento, risueñamente; sin sentirse héroe: nunca se recordaron hazañas.
Tal vez por eso, aun veo en mi padre, sólo al hombre de quien fui “compañero”
Y tenía tanto de gaucho, que en estas páginas a cada instante siento su presencia.
Pero él no está en ninguna frase, en ningún hecho: es como una fuerza.
Lo es, puesto que obra en mí.
A la memoria de ese hombre, este libro.
ROMILDO RISSO diciembre de 1936
Dedicatoria al libro “Hombres”
editado por la comisión de Cultura Tradicionalista del Rio de la Plata-Buenos Aires 1937

julio 22, 2010

BANDA ORIENTAL 1811- RUBEN LENA

Ahora sí que los tenemos

el sol salió pa´ estos laos.

Con Venancio Benavídez

aquel cabo desertau,

y con Pedro José Viera

el brasilero oriental,

con una risa de estancia

y un puesto de capataz.

Indios, Criollos y morenos,

´tan convidaus pa´ bailar.



Que seamos pocos no le hace

habiendo lo principal.

Los de afuera son de palo

y viva la libertad.

Estamos todos con ansias

de que llegue el capitán.

Que ese sí se conoce el rumbo

y es de los nuestros nomás.

Y la cosa va a estar buena

porque él si sabe mandar.

A DON JOSE- RUBEN LENA

(Extraído de “Las cuerdas añadidas”, Rubén Lena; Ed. Banda Oriental, 1980)



Cuando pensaba en las canciones sobre el héroe, analizaba sus músicas y textos y los hallaba valiosos, pero la gente permanecía lejana y respetuosa cuando las oía en las celebraciones patrias. Hacía si un silencio cuidadoso y contestaba luego con el aplauso contenido.
Intentaré -dije- un texto cuya comprensión sea sencilla en una melodía y un ritmo entrañables.

¿Y por qué una milonga? Porque la milonga está viva en la sensibilidad del pueblo. Y en esa búsqueda y hallazgo inexplicables, me encontré con la primera frase musical para el tema, escuchada en mi niñez al Nene Elías, guitarrero y cantor de mi pueblo, a quien siempre pedía: -Nene, toque esa milonga. En la canción está modificada, pero vivo el bordón, que empezando por el Mi de la sexta en escala hacia lo agudo, me producía una emoción que sentí a los treinta y seis años, cuando canté para mí, con mi mala voz, A Don José.



Ven a ese criollo rodear, rodear, rodear…

Los paisanos le dicen: -Mi General.



Va alumbrando con su voz la oscuridad

y hasta las piedras saben a dónde va.

Con libertad, no ofendo ni temo.

¡Que Don José!

Oriental en la vida y en la muerte también.



Ven a los indios formar el escuadrón

y aprontar los morenos el corazón.

Y de fogón en fogón se oye la voz:

-Si la patria me llama aquí estoy yo.



Con libertad no ofendo ni temo.

¡Qué Don José!

Oriental en la vida y en la muerte también.

julio 15, 2010

EL BAQUEANO- describe XAVIER MARMIER

Son de figurarse las sensaciones extrañas que experimenta un viajero europeo, aventurándose a cruzar este país. No hay que pensar en los medios de locomoción empleados en otras comarcas, ni en la facilidad de las comunicaciones ni en las comodidades que se encuentran a cada paso en Europa.

Aquí no hay puentes, ni canales, ni diligencias, ni posadas. Aquí no es posible ir de una provincia otra, sin la ayuda de un baquiano, que se orienta por la posición de las estrellas, por unos charcos de agua, o por otros signos que pasan inadvertidos para el común de las gentes. Ese baquiano, en casos difíciles, echará pie a tierra para observar de más cerca la senda que ha tomado, y si existe peligro de indios, se echará por tierra como los pionners de Cooper; podrá saber, por algunas plantas holladas, por una huella casi imperceptible, si la horda de indios pasó por allí, de cuántos individuos se componía, y cuántas horas hace que pasó. La naturaleza, al someter a individuos de diferentes razas a los mismos peligros y a las mismas necesidades, les da también el mismo poder de perspicacia. En el conocimiento del terreno, en la agudeza del oído y de la visión, hay una similitud que sorprende entre el camellero árabe, el cazados de los Alpes, el pastor nómade de Laponia, el trampero del Oeste en América del Norte, y el baquiano de la América del Sur.