mayo 14, 2024

Recuerdos de la Estancia vieja Máximo Cenóz Sendic EL MONTARAZ


 RECUERDOS DE LA ESTANCIA VIEJA

Máximo Cenóz Sendic

A su fundadora Francisca Larralde de Cenóz

1874 - CENTENARIO - 1974

 

...Y fueron 100 años

de la Vieja Estancia

que  fundara  un día

la animosa vasca

que viuda muy joven

y de hijos rodeada

demostró su temple

de mujer de agallas.

Al Rincón de Albano

dejando a su espalda

puso cara al Norte

y acortó distancias

al trote chasquero

de algún pingo taura

del que ya esta historia

no recuerda marca.

Y echando pie a tierra

en  la  rinconada

donde el Yí y el Malo

mestizan sus aguas.

 

Con esa firmeza

propia de su raza

sentó allí las bases

y para cuidarlas

dejó a dos pichones

que insinuaban barbas.

Guardiana celosa

de creencias cristianas

tras las bendiciones

a los que quedaban

volvió junto al resto

de su pichonada.

Fue pasando el tiempo

como siempre pasa

testigo  insensible

que juzga y que calla.

Se alzó poco a poco

la modesta casa,

parte de azotea

el resto a dos aguas

y de palo a pique

circular la manga

custodia de potros

y reses alzadas

sacadas  del  monte

a grito y perrada.

Símbolo de lucha

la marca: una espada.

 

Y fue una centuria

de la Vieja Estancia,

de distintos rumbos

para celebrarla

llegaron parientes

(todos de la casta)

confusión alegre

de ancianos y ancianas

varones maduros

mujeres gallardas

de mozos garridos

y mozas bizarras

de niños y niñas

que apenas gateaban;

todos allí unidos

en una amalgama

por el sortilegio

de una fuerza de alma

herencia infinita

que sin cotizarla

nos legó la vieja

bisabuela vasca.

Y fueron 100 años

y aunque ella no estaba

en aquel ambiente

todo la endiosaba.

No estaba Manuela

la tía dulce y blanca

que la sucediera

reinando en la casa

en trono de sauce

de la costa gaucha

tallado en esfuerzo

con recia pujanza

por aquel gigante

de la común causa:

el tío Feliciano

que llenó una etapa

y a quien hasta ahora

cien bocas alaban.

No estaban (perdonen

que escape una lágrima)

el alma gemela

del viejo Patriarca

la que supo siempre

perdonamos faltas

y tuvo un consuelo

en horas amargas

y amasó la harina

y sobó la masa

de aquel pan casero

-sagrada sustancia-

que en los cinco hermanos

tan hondo hermanara

con sabor materno

penitencia o gracia.

 

Y  fueron 100 años

de la Vieja Estancia...

En la tardecita

azul y muy plácida

sobre el pararrayos

posó una calandria

(avecita criolla

de tierra uruguaya)

que en la despedida

de afecto sellada

por la parentela

alegre cantaba.

Sentí esa presencia

musical y alada

como una visita

simbólica de almas

 

que desde la Altura

nos acompañaban.

 

Rincón de Cenóz   17/11/1974

 

 

 

 


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