RECUERDOS DE LA ESTANCIA VIEJA
Máximo Cenóz Sendic
A su fundadora Francisca Larralde de Cenóz
1874 - CENTENARIO - 1974
...Y
fueron 100 años
de
la Vieja Estancia
que fundara
un día
la
animosa vasca
que
viuda muy joven
y
de hijos rodeada
demostró
su temple
de
mujer de agallas.
Al
Rincón de Albano
dejando
a su espalda
puso
cara al Norte
y
acortó distancias
al
trote chasquero
de
algún pingo taura
del
que ya esta historia
no
recuerda marca.
Y
echando pie a tierra
en la
rinconada
donde
el Yí y el Malo
mestizan
sus aguas.
Con
esa firmeza
propia
de su raza
sentó
allí las bases
y
para cuidarlas
dejó
a dos pichones
que
insinuaban barbas.
Guardiana
celosa
de
creencias cristianas
tras
las bendiciones
a
los que quedaban
volvió
junto al resto
de
su pichonada.
Fue
pasando el tiempo
como
siempre pasa
testigo
insensible
que
juzga y que calla.
Se
alzó poco a poco
la
modesta casa,
parte
de azotea
el
resto a dos aguas
y
de palo a pique
circular
la manga
custodia
de potros
y
reses alzadas
sacadas del
monte
a
grito y perrada.
Símbolo
de lucha
la
marca: una espada.
Y
fue una centuria
de
la Vieja Estancia,
de
distintos rumbos
para
celebrarla
llegaron
parientes
(todos
de la casta)
confusión
alegre
de
ancianos y ancianas
varones
maduros
mujeres
gallardas
de
mozos garridos
y
mozas bizarras
de
niños y niñas
que
apenas gateaban;
todos
allí unidos
en
una amalgama
por
el sortilegio
de
una fuerza de alma
herencia
infinita
que
sin cotizarla
nos
legó la vieja
bisabuela
vasca.
Y
fueron 100 años
y
aunque ella no estaba
en
aquel ambiente
todo
la endiosaba.
No
estaba Manuela
la
tía dulce y blanca
que
la sucediera
reinando
en la casa
en
trono de sauce
de
la costa gaucha
tallado
en esfuerzo
con
recia pujanza
por
aquel gigante
de
la común causa:
el
tío Feliciano
que
llenó una etapa
y
a quien hasta ahora
cien
bocas alaban.
No
estaban (perdonen
que
escape una lágrima)
el
alma gemela
del
viejo Patriarca
la
que supo siempre
perdonamos
faltas
y
tuvo un consuelo
en
horas amargas
y
amasó la harina
y
sobó la masa
de
aquel pan casero
-sagrada
sustancia-
que
en los cinco hermanos
tan
hondo hermanara
con
sabor materno
penitencia
o gracia.
Y fueron 100 años
de
la Vieja Estancia...
En
la tardecita
azul
y muy plácida
sobre
el pararrayos
posó
una calandria
(avecita
criolla
de
tierra uruguaya)
que
en la despedida
de
afecto sellada
por
la parentela
alegre
cantaba.
Sentí
esa presencia
musical
y alada
como
una visita
simbólica
de almas
que
desde la Altura
nos
acompañaban.
Rincón de Cenóz 17/11/1974
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