La P a y a d a
Sonaron las guitarras,
y dos gauchos cantores
la clásica milonga
hicieron florecer
y en la payada criolla
radiante de valores,
salía entrelazada
un alma de mujer.
Era la criolla linda
por todos codiciada,
la que encendía el cerebro
de cada contendor
y allí estaba reunida,
del pago, la mozada
a ver en lucha
franca quién era el triunfador.
Brillaba un pensamiento
prendido en cada arpegio
poniendo de relieve
la dote intelectual
y aquello resultaba
un dulce florilegio de ingenio,
de armonía y amor tradicional.
Lucharon con denuedo
en lírica ascendente,
porque una gran promesa
de amor les inspiró
y proclamando el triunfo
al más inteligente entre ambos,
la payada entonces terminó.
Un viejo de experiencia
que vino a dar el fallo,
después que las guitarras
dejaron de vibrar
les dijo seriamente:
Yo diferencia no hallo,
ahí tienen dos facones
si quieren continuar.
— No acepto — dijo uno—
hacer chispear los fierros
los criollos a conciencia,
jamás deben matar,
y reprochaba el otro,
los hombres no son perros
y puesta la contienda por mi puede quedar.
La moza se abrió paso
por entre el paisanaje
y bella y arrogante les dijo:
— Atiendanmé!
ante ese gesto noble yo rindo
mi homenaje jurando
que con nadie jamás me casaré.
Pasaron muchos años
y la criolla ladina
“quedó pa vestir santos”
no se quiso casar
ahora ya es viejita
y la mejor vecina de los viejos amigos
que supieron cantar.
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