mayo 22, 2012

LA CAÑADA WENCESLAO VARELA DE FRONTERA NORTE


Mi cañada

Al verla tan humilde, me imagino
que la hizo Dios de nada.
Es, en su largo andar corriente abajo,
... una cosa pobrísima y sin gracia.
maciegas despeinadas y amarillas
cubriendo casi sus azules aguas.
algunos ralos juncos orilleros,
bajitas las barrancas
agujereadas por las nutrias tímidas
y loros barranqueros color magia.
Nunca le atajó el paso a una mulita
ni la vieron de lejos las torcazas,
y cuando está crecida, algunas horas,
ni pa medio fogón deja resaca.
Es en su andar corriente abajo
una cosa pobrísima y sin gracia

Mirándola con gusto,
en lo profundo de su hondura llana,
es un caudal azul de maravillas
desconocidas y hondas, mi cañada.
No se pueden mirar a golpe e vista
bellezas escondidas e ignoradas.
Se topa su corriente con piedritas,
las moja, embarulladas;
caede unos cuatro dedos, maso menos,
levanta espuma, canta;
y cuando esta´sereno, hace tal ruido
que se parece al Niágara.




Suelen untarla en musicales mieles
los gatitos del agua
con sus violines de sonidos màgicos
que pulsan manos milagreras de hadas.
Floreando un camalote o algún junco,
los caracoles de movientes aspas,
amontonan magníficas
y redonditas perlas sonrosadas
que atrae el vuelo zumbador y corto
de moscas tornasoles. Y en las ramas
de algún arbusto de aguijones rígidos
la brisa le remeda una guitarra.

 En cualquier retacito de su curso
rebrilla algún columpio con escamas:
eso es a media siesta, por la noche,
se le arriman los grillos con matracas.

Desde su superficie hasta los vuelos
o hasta la orilla de la luna blanca,
hasta el cielo en el fondo de su fondo
con estrellas mojadas,
es musical, bellísima y profunda
mi llanita cañada.
No hay que mirar por juera muchas cosas.
La lindura, a ucasiones, hay que hallarla.

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