Cuando a principios del siglo XIX gauchos,
jornaleros y vecinos establecidos, sitiaron la ciudad de Montevideo para
expulsar al gobierno impuesto por el imperio español, ni siquiera se imaginaban
en que culminaría el fruto de sus acciones.
Cuentan documentos de época que abrigados bajo
la oscuridad de la noche, osados guerreros se deslizaban con guitarras hasta las
murallas de la ciudad-puerto, donde cantaban un nuevo estilo musical, el
cielito.
Flacos, sarnosos y tristes,
los godos acorralados
han perdido el pan y el queso
por ser desconsiderados.
Cielo de los orgullosos,
cielo de Montevideo,
piensan librarse del sitio
y se hallan con el bloqueo.
El cielito documentaba todos los
acontecimientos y temores que padecía el pueblo, historiando las marchas, las
victorias o las derrotas, el diario quehacer, el sentimiento de valentía y de
hondo patriotismo. Los primeros se escuchan en la Banda Oriental hacia 1812, y
son atribuidos a un poeta desconocido, Bartolomé Hidalgo.
Nace en la incipiente ciudad de Montevideo,
allá por el año 1778, en la cuna de una familia numerosa y con graves apremios
económicos. Es el único hijo varón entre cuatro mujeres. A raíz de la muerte de
su progenitor; con apenas 12 años, debió hacerse cargo de la familia. Es
empleado en la tienda de Martín Artigas, padre del que luego sería prócer de la
patria, José Gervasio Artigas.
Su instrucción fue accidental y nada confirma
que asistiera en forma regular a escuela alguna, salvo que debió participar de
la educación impartida por los padres franciscanos. Fueron tiempos difíciles
para un niño que debió adoptar las responsabilidades de un hombre.
Por su práctica contable ingresa en 1806 en el
Ministerio de la Real Hacienda.
Ante la sorpresiva invasión británica, al año
siguiente participa en la batalla del Cardal, defendiendo la Corona Española.
Luego de esta aventura, en 1807, vuelve a su ciudad natal y es reintegrado al
antiguo puesto en el ministerio. En los ratos de ocio se dedica a escribir y a
crear música.
El 28 de abril de 1811 es incorporado al
ejército de gauchos que reúne Artigas, y participa en el primer Sitio a
Montevideo. Quienes forman el grueso de este ejército rebelde, son: hombres
negros esclavos que ven en la revolución una manera de escapar a sus amos, gente
perseguida por la ley, contrabandistas y nativo americanos semieuropeizados.
Bartolomé es absorbido por esa masa popular eufórica y en armas; el funcionario
público se transforma en gaucho, y su arte también. Comienza a producir cielitos
militantes, atrevidos y desnudos de todo vuelo poético.
Los chanchos que Vigodet
ha encerrado en su chiquero
marchan al son de una gaita
echando al hombro un fungeiro.
Cielito de los gallegos
¡ay!, cielito del dios Baco
que salgan al campo limpio
y verán lo que es tabaco.
Vigodet
en su corral
se encerró con sus gallegos,
y temiendo que lo pialen
se anda haciendo el chancho rengo.
Cielo de los mancarrones
¡ay!, cielo de los potrillos
ya brincarán cuando sientan
las espuelas y el lomillo.
Obtiene un éxito fulminante en las ruedas de fogón de los campamentos
revolucionarios, otros músicos tocan sus canciones y crean más cielitos bajo las
mismas directrices. Es el inicio de la cultura popular difundida a través de la
canción.
Vigodet con sus gallegos
murieron de consunción
y este respònso les cantan
los libres de la nación.
Kirié Eleisón- Kirié Eleisón.
El escorbuto y la sarna
causaron su destrucción
y detrás iban llorando
mil godos en procesión.
Kirié Eleisón- Kirié Eleisón.
Sin saberlo, Bartolomé Hidalgo se transforma en
el propulsor de la cultura popular del Río de la Plata.
De la vida a la
eternidad
Luego de sufrir grandes vicisitudes, la campaña
independentista en la Banda Oriental no tiene un final feliz. Hidalgo se ve
forzado a emigrar a Buenos Aires, donde ejerce un mal remunerado cargo público.
Una afección pulmonar comienza a afectarlo, pero no a su arte porque crearía los
tres Diálogos Patrióticos, sentando las bases de lo que años más tarde desemboca
en un nuevo estilo musical, la Payada.
Los médicos le aconsejan establecerse en el
campo, lo que hace, pero a medida que su enfermedad avanza cae en manos de la
pobreza. Aquí, misteriosamente, las huellas de su vida desaparecen. Hasta el
momento no se han descubierto textos ni documentos que informen sobre esta etapa
de su vida, sólo existen teorías y suposiciones.
Aún así, todos sus biógrafos están de acuerdo
en que murió en la mayor pobreza, porque ni siquiera en las noticias
necrológicas de los diarios lugareños reportan su muerte. Consta que el cura
párroco de Nuestra Señora del Buen Viaje le administró los sacramentos,
enterrándolo en el cementerio de Morón (Argentina) el 28 de noviembre de
1822, aunque con el correr de los años
nadie a podido individualizar su sepulcro.
Poeta, músico y guerrero, Bartolomé
Hidalgo, llevó una vida entrelazada con
la leyenda, constituyendo la piedra fundacional de la tradición gauchesca.