agosto 23, 2012

BARTOLOME HIDALGO


Cuando a principios del siglo XIX gauchos, jornaleros y vecinos establecidos, sitiaron la ciudad de Montevideo para expulsar al gobierno impuesto por el imperio español, ni siquiera se imaginaban en que culminaría el fruto de sus acciones.

Cuentan documentos de época que abrigados bajo la oscuridad de la noche, osados guerreros se deslizaban con guitarras hasta las murallas de la ciudad-puerto, donde cantaban un nuevo estilo musical, el cielito.

Flacos, sarnosos y tristes,

los godos acorralados

han perdido el pan y el queso

por ser desconsiderados.


Cielo de los orgullosos,

cielo de Montevideo,

piensan librarse del sitio

y se hallan con el bloqueo.

El cielito documentaba todos los acontecimientos y temores que padecía el pueblo, historiando las marchas, las victorias o las derrotas, el diario quehacer, el sentimiento de valentía y de hondo patriotismo. Los primeros se escuchan en la Banda Oriental hacia 1812, y son atribuidos a un poeta desconocido, Bartolomé Hidalgo.

Nace en la incipiente ciudad de Montevideo, allá por el año 1778, en la cuna de una familia numerosa y con graves apremios económicos. Es el único hijo varón entre cuatro mujeres. A raíz de la muerte de su progenitor; con apenas 12 años, debió hacerse cargo de la familia. Es empleado en la tienda de Martín Artigas, padre del que luego sería prócer de la patria, José Gervasio Artigas.

Su instrucción fue accidental y nada confirma que asistiera en forma regular a escuela alguna, salvo que debió participar de la educación impartida por los padres franciscanos. Fueron tiempos difíciles para un niño que debió adoptar las responsabilidades de un hombre.

Por su práctica contable ingresa en 1806 en el Ministerio de la Real Hacienda.

Ante la sorpresiva invasión británica, al año siguiente participa en la batalla del Cardal, defendiendo la Corona Española. Luego de esta aventura, en 1807, vuelve a su ciudad natal y es reintegrado al antiguo puesto en el ministerio. En los ratos de ocio se dedica a escribir y a crear música.

  Comienzos de la Revolución

El 28 de abril de 1811 es incorporado al ejército de gauchos que reúne Artigas, y participa en el primer Sitio a Montevideo. Quienes forman el grueso de este ejército rebelde, son: hombres negros esclavos que ven en la revolución una manera de escapar a sus amos, gente perseguida por la ley, contrabandistas y nativo americanos semieuropeizados. Bartolomé es absorbido por esa masa popular eufórica y en armas; el funcionario público se transforma en gaucho, y su arte también. Comienza a producir cielitos militantes, atrevidos y desnudos de todo vuelo poético.


Los chanchos que Vigodet

ha encerrado en su chiquero

marchan al son de una gaita

echando al hombro un fungeiro.


Cielito de los gallegos

¡ay!, cielito del dios Baco

que salgan al campo limpio

y verán lo que es tabaco.


Vigodet en su corral

se encerró con sus gallegos,

y temiendo que lo pialen

se anda haciendo el chancho rengo.


Cielo de los mancarrones

¡ay!, cielo de los potrillos

ya brincarán cuando sientan

las espuelas y el lomillo.


Obtiene un éxito fulminante en las ruedas de fogón de los campamentos revolucionarios, otros músicos tocan sus canciones y crean más cielitos bajo las mismas directrices. Es el inicio de la cultura popular difundida a través de la canción.


Vigodet con sus gallegos

murieron de consunción

y este respònso les cantan

los libres de la nación.

Kirié Eleisón- Kirié Eleisón.


El escorbuto y la sarna

causaron su destrucción

y detrás iban llorando

mil godos en procesión.

Kirié Eleisón- Kirié Eleisón.

Sin saberlo, Bartolomé Hidalgo se transforma en el propulsor de la cultura popular del Río de la Plata.

De la vida a la eternidad

Luego de sufrir grandes vicisitudes, la campaña independentista en la Banda Oriental no tiene un final feliz. Hidalgo se ve forzado a emigrar a Buenos Aires, donde ejerce un mal remunerado cargo público. Una afección pulmonar comienza a afectarlo, pero no a su arte porque crearía los tres Diálogos Patrióticos, sentando las bases de lo que años más tarde desemboca en un nuevo estilo musical, la Payada.

Los médicos le aconsejan establecerse en el campo, lo que hace, pero a medida que su enfermedad avanza cae en manos de la pobreza. Aquí, misteriosamente, las huellas de su vida desaparecen. Hasta el momento no se han descubierto textos ni documentos que informen sobre esta etapa de su vida, sólo existen teorías y suposiciones.

Aún así, todos sus biógrafos están de acuerdo en que murió en la mayor pobreza, porque ni siquiera en las noticias necrológicas de los diarios lugareños reportan su muerte. Consta que el cura párroco de Nuestra Señora del Buen Viaje le administró los sacramentos, enterrándolo en el cementerio de Morón (Argentina) el 28 de noviembre de 1822, aunque con el correr de los años nadie a podido individualizar su sepulcro.

Poeta, músico y guerrero, Bartolomé Hidalgo, llevó una vida entrelazada con la leyenda, constituyendo la piedra fundacional de la tradición gauchesca.

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