agosto 10, 2012

El cuñado y el bagadú-


Cuento  de Jose María Obaldía de “Veinte mentiras de verdad”


Los domingos, de mañana temprano, con distintos rumbos y destinos, la gente abandonaba la estancia vieja. La cocina, entonces, quedaba tapera, ya que don Brígido, que excepcionalmente salía, no entraba en ella. Hacía su trabajo de “guasquero” y luego mateaba en el galpón o afuera, bajo la fresca sombra de un molle de las sierras, según fuera el tiempo. Pero, a veces, no todos salían. Es que no habiendo una diversión especial, estaban siempre el monte y el río, cercanos y generosos, donde se podía pescar, churrasquear, pitar y hasta echar una siesta bajo una fresca sombra.

-¡Te echás panza arriba a pitar y sos un jefe!

-¡Panza arriba y panza llena!

Y con esa perspectiva en su inmediato  futuro, ese domingo, cálido y luminoso, estaban junto al río en distintas funciones. Además del pitar que no interfiere con ninguna. Eustaquio lavaba sus ropas; Margarito había tirado los aparejos.

-No sé para qué trajiste esas líneas. A estas horas no pican ni los mosquitos.

-El buen pescador pesca a cualquier hora. Y si no pican lo mismo zambullo y salgo con ellos abrazados.

-Ah, sí...como el pariente de don Telmo que cazaba pato bajo el agua.

Se recordó y festejó en general el cuento de don Telmo con detenciones en los aspectos más salientes.

-¡Y era meta atar patitas el loco viejo!

-¡Y estaba lo que quería abajo el agua!

Don Brígido estaba en la lidia del asado. En apariencia indiferente a la conversación pero siempre atento y listo para hacer su entrada.

-Bueno, pa’ marguyir y aguantar bajo el agua yo tengo un pariente que no es manco. Un cuñado. Casado con Manuela, mi hermana.

-Pero mire que el primo de don Telmo, estuvo media hora lo menos.

-A mi cuñado no le sacaron tiempo. Pero se nadó lo menos dos leguas bajo el agua. De Paso de Píriz a Vergara, si no hay dos leguas por el arroyo Parao, no hay menos.

-¿Dos leguas bajo el agua? ¿Y...por una jugada?

-No señor. Por un bagadú. Mi cuñado estaba pescando y por un bagadú se hizo la prueba.

-¿Cómo fue, don Brígido?

-Bueno. Por el pique él vio que era una bagadú que es pescado muy cabortero. Le tironeaba cortito sin disparar. Y cuando sacaba la línea estaba el anzuelo pelado. Ansina estuvo un rato. Erró como cuatro mosquetes, hasta que al final se calentó. Encarnó, se desnudó y tiró el aparejo.

-¿Y para que se desnudó? ¿Por cábula?

-Ahora van a ver...El bagadú empezó a tironear despacito y mi cuñado le dio piola. Volvió a tironear y otra vez le dio piola. Y Ansina hasta que se le concluyo la línea. Entonces, cuando el bagadú tironeó otra vez, mi cuñado se tiró al agua, zambulló y tocaron los dos rumbo a Vergara. Siempre en el mismo tombo: el bagadú tironeaba y mi cuñado nadaba. Los dos despacito. Y Ansina fueron rato largo.

-¡Qué lo peló al cuñado! ¡Está pa’ la risa el pariente de don Telmo!

-Repente mi cuñado le cambió la vuelta al bagadú. Empezó a nadar más ligero y a írsele por la línea. Ansina otro rato. Hasta que ya estaba con ganas de aflojar. Pero es hombre de mucho capricho y se aguantó y siguió arrimándose por la piola. Repente, cuando ya creía que estaba cerquita del bagadú, lo agarró una correntada fuertaza debajo del agua.

-Remolino, tal vez.

-Qué remolino si era por derecho.  Y cada vez mas fuerte la correntada. Mi cuñado ya se estaba jaboneando, hasta que en una...lo encandiló la luz de golpe y cayó de cabeza en una pileta machaza que había en el hotel de Vergara. Había entrado en los caños del agua corriente del pueblo. La suerte que abrieron la canilla. Si no se muere ahogado entre el caño. ¡Abrazado con el bagadú cayó..!!!

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