enero 19, 2013

FAUSTO PARTE 1-ESTANISLAO DEL CAMPO

- I -

En un overo rosao,
flete nuevo y parejito,
caía al bajo, al trotecito.
Y lindamente sentao,
un paisano del Bragao,

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de apelativo Laguna:
mozo jinetaso ¡ahijuna!
Como creo que no hay otro.
Capaz de llevar un potro
a sofrenarlo en la luna.

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¡Ah criollo! si parecía
pegao en el animal,
que aunque era medio bagual.
A la rienda obedecía,
de suerte, que se creería

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ser no sólo arrocinao,
Sino tamién del recao
de alguna moza pueblera
¡Ah Cristo! ¡quién lo tuviera!...
¡Lindo el overo rosao!

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Como que era escarciador,
vivaracho y coscojero,
le iba sonando al overo
la plata que era un primor:
pues eran plata el fiador,

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pretal, espuelas, virolas,
y en las cabezadas solas
traía el hombre un Potosí:
¡Qué!... Si traía, para mí,
hasta de plata las bolas!

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En fin: -como iba a contar,
laguna al río llegó,
contra una tosca se apió
y empezó a desensillar.
En esto, dentró a orejiar

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y a resollar el overo,
y jue que vido un sombrero
que del viento se volaba
de entre una ropa, que estaba
más allá, contra un apero.

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Dio güelta y dijo el paisano
-¡Vaya Zafiro! ¿qué es eso?
Y le acarició el pescueso
con la palma de la mano.
Un relincho soberano

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pegó el overo que vía,
a un paisano que salia
de la agua, en un colorao,
que al mesmo overo rosao
nada le desmerecía.

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Cuando el flete relinchó,
media güelta dio Laguna,
y ya pegó el grito: -¡Ahijuna!
¿No es el Pollo?
-Pollo, no,
ese tiempo se pasó,

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(Contestó el otro paisano),
ya soy jaca vieja, hermano,
con las púas como anzuelo,
y a quien ya le niega el suelo
basta el más remoto grano.

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Se apió el Pollo y se pegaron
tal abrazo con Laguna,
que sus dos almas en una
acaso se misturaron.
Cuando se desenredaron,

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después de haber lagrimiao,
el overito rosao
una oreja se rascaba,
visto que la refregaba
en la clin del colorao.

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-Velay, tienda el cojinillo
Don Laguna, sientesé,
y un ratito aguardemé
mientras maneo el potrillo
vaya armando un cigarrillo,

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si es que el vicio no ha olvidao;
ahí tiene contra el recao
cuchillo, papel y un naco:
yo siempre pico el tabaco
por no pitarlo aventao.
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-Vaya amigo, le haré gasto...
-¿No quiere maniar su overo?
-Dejeló a mi parejero
que es como mata de pasto.
Ya una vez, cuando el abasto,

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mi cuñao se desmayó;
a los tres días volvió
del insulto, y crea amigo,
peligra lo que le digo
el flete ni se movió.

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-¡Bien aiga gaucho embustero!
¿Sabe que no me esperaba
que soltase una guayaba
de ese tamaño, aparcero?
Ya colijo que su overo

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está tan bien enseñao,
que si en vez de desmayao
el otro hubiera estao muerto,
el fin del mundo, por cierto,
me lo encuentra allí parao.

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-Vean cómo le buscó.
La güelta... ¡bien aiga el Pollo
siempre larga todo el rollo
de su lazo...
-¡Y cómo no!
¿O se ha figurao que yo

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asina no más las trago?
¡Hágase cargo!...
-Ya me hago...
-Prieste el juego...
-Tomeló.
-Y aura, le pregunto yo

¿qué anda haciendo en este pago?

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-Hace como una semana
que he bajao a la ciudá,
pues tengo necesidá
de ver si cobro una lana;
pero me andan con mañana,

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y no hay plata, y venga luego.
Hoy no más cuasi le pego
en las aspas con la argolla
a un gringo, que aunque es de embrolla,
ya le he maliciao el juego.

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-Con el cuento de la guerra
andan matreros los cobres,
-Vamos a morir de pobres
los paisanos de esta tierra.
Yo cuasi he ganao la sierra

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de puro desesperao...
-Yo me encuentro tan cortao.
Que a veces, se me hace cierto,
que hasta ando jediendo a muerto...
-Pues yo me hallo hasta empeñao.

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-¡Vaya un lamentarse! ¡ahijuna!...
y eso es de vicio aparcero
a usté lo ha hecho su ternero
la vaca de la fortuna.
Y no llore, Don Laguna,

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no me lo castigue Dios:
sino comparemolós
mis tientos con su chapiao,
y así en limpio habrá quedao.
El más pobre de los dos.

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-¡Vean si es escarbador
este Pollo! ¡Virgen mía!
Si es pura chafalonía...
-¡Eso sí, siempre pintor!
-Se la gané a un jugador

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que vino a echarla de güeno.
Primero le gané el freno
con riendas y cabezadas,
y en otras cuantas jugadas
perdió el hombre hasta lo ajeno.
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¿Y sabe lo que decía
cuando se vía en la mala?
El que me ha pelan la chala
debe tener brujería.
A la cuenta se creería

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que el Diablo y yo...
-¡Callesé
amigo! ¿no sabe usté
que la otra noche lo he visto
al demonio?
-¡Jesucristo!...
-Hace bien, santigüesé.

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-¡Pues no me he de santiguar!
Con esas cosas no juego;
pero no importa, le ruego
que me dentre a relatar,
él cómo llegó a topar

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con el malo, ¡Virgen Santa!
Solo el pensarlo me espanta...
-Güeno, le voy a contar
pero antes voy a buscar
con qué mojar la garganta.

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El Pollo se levantó
y se jue en su colorao,
y en el overo rosao
Laguna a la agua dentró.
Todo el baño que le dio,

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jue dentrada por salida,
y a la tosca consabida
Don Laguna se volvió,
ande a Don Pollo lo halló
con un frasco de bebida.

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-Larguesé al suelo cuñao
y vaya haciéndose cargo,
que puede ser más que largo
el cuento que le he ofertao:
desmanee el colorao,

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desate su maniador,
y en ancas, haga el favor
de acollararlos...
-Al grito
¿Es manso el coloradito?
-¡Ese es un trebo de olor!

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-Ya están acollaraditos...
-Dele un beso a esa giñebra:
yo le hice sonar de una hebra
lo menos diez golgoritos.
-Pero esos son muy poquitos

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para un criollo como usté,
capaz de prenderselé
a una pipa de lejía...
-Hubo un tiempo en que solía...
-Vaya amigo, larguesé.

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