
Tanto el cuchillo como el facón y la daga, se enriquecían con mango y vaina de plata o de plata y oro, según las posibilidades de sus dueños.
A veces, el facón o daga era largo casi como una espada y resultaba incómodo para llevarlo en la cintura, sobre todo, andando a caballo.
El inconveniente se obviaba colocándolo en el recado, entre las caronas y sobre el lado de montar; por eso, se le daba el nombre de "caronero", denominación que corresponde también al cuchillo o facón corto que solía esconderse entre las mismas, a modo de reserva para ciertos casos
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