De tu esencia, el montonero
Dió más impulso al acero
De su corvo en el combate.
Eres fuerza y acicate,
Para los criollos conservas
Maravillosas reservas
De energía concentrada,
Yerba mate, consagrada
Gloria y honor de las yerbas.

Cuando la dura labor
Se prolonga y nos obliga,
Poco a poco la fatiga
Vence y aleja al vigor.
Pero el gaucho seguidor
Al punto en el golpe está:
Toma un mate, y, desde ya,
Si es amargo y bien cebado,
El vigor vuelve a su lado
Y la fatiga se va.

Cuando en las tardes de enero
Arde el campo como yesca,
Un buen amargo refresca
Más que un helado pueblero,
Y cuando sopla el pampero
Firme en una madrugada
De Julio, en la que la helada
Hasta el más duro agarrota,
Salvamos de la derrota
Con una buena mateada.

En el grupo campechano
De la rueda del fogón,
Alegrando la reunión,
Va el mate de mano en mano.
Amigo fiel del paisano,
Lo acompaña donde quiera;
Con él va hasta la frontera
Y vuelve hasta la tablada,
Brindándole en la jornada
Su jugo de primavera.

El inspira al payador;
Y la poesía criolla
Lindos temas desarrolla
Llenos de encanto y primor.
Por él la décima en flor
Tiene notas matinales
De calandrias y zorzales,
De chingolos y de teros,
Y balidos de corderos,
Y tropeles de baguales.

Es el mate, bonachón,
Servicial y comedido,
Fiel a su calor de nido
Y forma de corazón.
Nos aguarda de facción
Desde las claras del día
Para darnos su ambrosía
Hora a hora y a destajo,
Siendo alivio en el trabajo,
Y en las fiestas, alegría.

Es el gran aperitivo
Que saborea el campero,
Y después de un buen con cuero
Es el mejor digestivo.
Con el creciente atractivo
De su franqueza exquisita,
Cumplimenta a la visita
Como el más culto magnate.
El gaucho tiene en el mate
Todo lo que necesita.

Desde la hora inicial
De nuestro heróico pasado,
Fué el alerta que al soldado
Mantuvo firme y marcial.
Después del triunfo oriental
Es lo mismo que antes era,
Ave alegre y placentera
Revolando en el fogón,
Como si fuese un pichón
Del sol de nuestra bandera.

El mate es como la vida,
Comienza lleno de espuma,
Luciendo la gracia suma
De una ilusión florecida.
Y si al fin de la partida,
Dándole duro y parejo,
Le pido en vez de un consejo
Un sorbo más al porongo,
Se vuelve puro rezongo
Como cualquier gaucho viejo.